domingo, octubre 12, 2008

Un vestido y un amor


Nunca tuve claro si era por lo alta, por su voz gruesa o por la ironía a flor de piel, pero cuando era bien chica, mi tía Quena me daba algo de miedo.
Cuando fui creciendo, mi madre me contó, que había conocido a mi padre a través de ella, y al ver las fotos de la mutua graduación secundaria, su imagen se me fue acercando, de una u otra forma ella era participante directa de mi existencia en el mundo, no?
No es que hayamos sido compinches, pero su cabello rizado en permanente forma parte de mis recuerdos infantiles y adolescentes, de las vacaciones en la parcela de mis abuel@s, de fiestas de fin de año, de cumpleaños, de santos y otras celebraciones varias.
Y hoy, después de casi un año de batallarle los días a esa pinche enfermedad que está tan de moda, mi padre me llamó para avisarme de que se nos fue....y él y mis primas María Paz, Carola y Marcela, y el resto de la familia, están tan lejos como para darles una abrazo enorme...
Me cargan los lugares comunes que se ocupan para estas ocasiones, las miradas bajas por no saber mucho que decir........
Yo sólo quiero despedirme de mi tía Quena, la del vestido alegre